domingo, 9 de octubre de 2016

LOS OMBÚES

LR 11 – Radio Universidad – “CANTO EN AZUL Y BLANCO”
Micro 70 – 9/10/2016


Con su licencia, paisanos! Acomodado en la cocina grande, junto a la ventana para tener mejor luz, mientras gustamos un mate, vamos a ver si compartimos versos “De mi señal… con su historia”

Si “Los Ombúes de Espinel” no hubiese existido en mi vida, quién sabe si yo estaría tan comprometido con las tradiciones gauchas.
Aquel retazo de campo de lo que por 1850 fuera “El Mirador de Espinel”, supo brindarme amaneceres y oraciones, solasos y fríos, sequías y temporales, y por supuesto caballos!, y trabajos de a caballos, y galopeadas, paseos y aventuras, experiencias…
Y esas cuestiones, esa vida, como un virus bendito se me adentró en la sangre y tarjó mi existir… para decirlo más liso: marcó mi rumbo; y así motivado, en los papeles entonces, en los libros, fui rastreando el pasado gaucho y la historia viva de aquel ayer… aún no tan lejano.
A la luz de un farol y así también a la luz de una vela, despunté lecturas en libros de historia y porque no, de infaltables versos gauchos, mi debilidad también.
En el año 1974 se vendió ese retazo de ¡mi pampa!, y aquel día salí de allí -vecindades de “El Zapata”- con tres caballos: montado en “El Llamador”, con “El Pampero” del cabresto y “El Ciruja” suelto, rumbo a “El Carmen del Pescado” junto al arroyo del mismo nombre donde mi tío abuelo José Cerato me facilitaba campo para los caballos.
¡Nunca más volví a pisar la tierra de “Los Ombúes”!; mil veces, hacia Magdalena o Bavio he pasado frente a su tranquera sin tentarme por entrar; inclusive me invitaron dueños o encargados, a que vaya cuando quiera. Pero no abrí ni abriré su tranquera, para que de allí no escapen los momentos que tras sus alambrados quedaron encerrados, invernando la tropa de los recuerdos más lindo de una etapa de la vida, que salvo problemas de salud, jamás me será dado olvidar.
En las cinco décimas que siguen, mi homenaje, mi evocación, mi agradecimiento.
Este verso está incluido en “Dos Evocaciones a un Pago: La Magdalena”.
Con el presente, cerramos este ciclo que ha durado 70 emisiones, y ha sido entablado bajo el título “De Mi Señal… Con Su Historia”.

LOS  OMBÚES


“Los Ombúes”: tu potrero
quizo brindarme su encanto
y supo rumbiarme un tanto
pa’ encontrar mi derrotero;
por eso quiero sincero
dejarte en versos mi estima
y antes de tener encima
la poda de los ricuerdos,
tranquiando unos versos lerdos
aquel ayer hoy se arrima.

Ayá en mil ocho cuarenta
pisaba firme tu suelo
mi antiguo tataragüelo
asigún saco la cuenta.
Aquel ayer hoy me alienta
y vos lo sabés, seguro;
y si al pasao me misturo
por una ráiz muy projunda
viene la sangre que inunda
mi vivir, ¡y que’s futuro!

Por áhi, junto a mis agüelos
comencé a querer el campo
y si hoy en lo crioyo acampo
es que juiste mi siñuelo.
Sé que cortón es mi güelo
como volido‘e perdiz,
pero me siento feliz
ya que haberte conocido
me hace saber qu’he nacido
tan crioyo como el maíz.

Viejo caserón te guardo
con mucha estima en mi pecho
¡si hasta noto que’n acecho
el monte te da resguardo!
Sé que soy humilde bardo
p’hacer mentas de tu historia,
pero honrando tu memoria
me pongo a esmerar mi acento
porque mi versiar no es cuento
y es cierta tu trayetoria.

La casa de material...
El rancho asentao en barro...
El viejo jagüel, bizarro
en la oriya del corral;
la palmera servicial,
aquel curioso alcanfor,
el arroyo y su rumor
o los ombúses dispersos...
¡tendrán palenque en los versos
de mi destino cantor!
                                       (26/04/1983)
Carlos Raúl Risso E.-

domingo, 2 de octubre de 2016

PA' SEMBLANTIARLO

LR 11 – Radio Universidad – “CANTO EN AZUL Y BLANCO”
Micro 69 – 2/10/2016

Con su licencia, paisanos! Acomodado en la cocina grande, junto a la ventana para tener mejor luz, mientras gustamos un mate, vamos a ver si compartimos versos “De mi señal… con su historia”

El 13 de agosto de 1995, hace ya más de 20 años, en la Estancia “El Talar” de Navarro -ese lugar histórico en el que muriera fusilado el Cnel. Manuel Dorrego-, en una jineteada allí organizada, se accidentó feo mi amigo Julio Mariano, tal es así que en ambulancia lo trajeron a La Plata internándolo en el Hospital San Martín.
El hombre estaba molesto, queriendo retirarse a toda costa. Fue así que Mónica, su esposa, me llamó avisándome lo que pasaba, por lo que me allegué hasta el hospital, y allí estaba el paisano, en la cama, tapado con la sábana, paro ¡vestido!, de bombacha y faja, como esperando el momento propicio para huir.
Conversamos largo y finalmente aceptó permanecer internado.
Una semana después, le daba vida a las cuatro décimas que hoy compartiremos, en las que trato de retratar ese mal momento vivido por un jinete, y como siempre hago, ambientando el hecho en el ‘campo de ayer’, ese en el que el elemento más moderno que aparezca puede ser un molino, o sea, en otras palabras: “el campo de la Patria Vieja”.
Por suerte Julio mejoró, pero el golpe recibido en la muñeca izquierda, lo fue obligando a retirarse de los campos de jineteada, después de varios intentos por seguir entreverado.
Cuando esto es solo un recuerdo al que quizás el amigo ni siquiera tenga en cuenta, y cuando anda luciéndose en la doma, recordamos aquel suceso con estas décimas que titulé “Pa’ Semblantiarlo”, y que están incluidas en el libro “Campo de Ayer”

PA’ SEMBLANTIARLO

¡Amalaya! Sin tropiya
me ha dejao la suerte perra
pero ¡ni un malón me cierra
la marcha pa’queya Viya!,
que anque no es cosa senciya
si hay que rumbiar, no me atoro;
bien sé el aguante del “moro”
que tiene tiemple de acero
y bien sé, que’l “zaino overo”
sabrá cumplir con decoro.

Me ha’noticiao un paisano
que ayá en la Viya’e Navarro
la tierra se le hizo barro
a mi aparcero Mariano.
¡Válgamé Dios! ¿Qué crestiano
no se acoquina ante’l susto?
pero yo no encojo el busto
-que no achico el pecho, digo-
y priocupao po’el amigo
cáirle pronto, será un gusto!

Me han dicho que la memoria
la tiene un tanto almariada
y la zurda entabliyada
tiene en forma provisoria;
pero lo pior de la historia
es que a un catre’njaretao
lo tiene medio obligao
la médica que lo atiende,
pero qu’él, más bien no entiende
lo que gana estando echao.

Por eso que hacia “El Talar”
-que’s la estancia del suceso-
habré de rumbiar, confieso
sin permitirme aflojar.
Y anque’s largo el galopiar
que a ese pago me separa,
tendré la cuestión más clara
cuando habiendo desmontao,
pueda arrimarme a su lao
y semblantiarle la cara.

                La Plata, 21 de Agosto de 1995

Carlos Raúl Risso E.-